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Panorama Nacional

Para hablar de la situación administrativa actual de la universidad del Cauca, debemos hablar primero de la problemática que afrontan las universidades públicas de Colombia, entender y comprender la situación actual de las universidades estatales, para terminar analizando esta situación en la Universidad del Cauca.

 

Las universidades públicas y el gobierno vienen en un proceso de "divorcio" desde ya hace varios años, muestra de ello es lo que el gobierno gasta hoy y gastaba en el 2013 en las universidades estatales; de 3.3% pasó al 2% del presupuesto gubernamental, lo que indica esa falta de interés en la educación superior de índole público en Colombia.

 

La educación superior colombiana sólo recibe por parte del gobierno el 0.4% del PIB (Producto Interno Bruto) y de este porcentaje, el 30% y bajando, va directamente a la Universidad Nacional, y otro gran porcentaje al SENA, institución que ha sido muy favorecida por el gobierno colombiano.

 

Mientras la Universidad Nacional pierde entre los años 2000 y 2012 el 5% del costo por estudiante, debido a la ampliación de cupos anuales, el resto de las Universidades, incluida la UNICAUCA, perdía el 40% de los recursos por estudiante. Esta asfixia fiscal forzó a las universidades públicas a generar su propios recursos, a vender consultoría y extensión y, sobre todo, a aumentar matrículas para poder solventar la falta de dinero institucional.

 

En algunas universidades la gestión de propios recursos alcanza el 45% de ellos; si esta tendencia continúa no existirá diferencia alguna entre universidad privada y universidad pública.

 

El aumento de estudiantes redunda el deterioro de la calidad de la educación superior; cada semestre los cursos son más grandes, la atención individual está en continuo deterioro, algunos profesores son cuchillas, la deserción estudiantil es aún mayor y que ésta deserción alcance a la mitad de los estudiantes admitidos, hacen que la educación en las universidades públicas vaya en declive.

 

Ante este panorama de penuria de las universidades estatales, existe otro mal que las aqueja; la politiquería y el clientelísmo, un clientelísmo que se pasa por la faja los concursos docentes y excluyen a los mejores candidatos para enganchar a los que comparten sus ideologías y se dejan manejar como marionetas. No se puede despedir a los peores profesores, ni siquiera a los acosadores; existe una franca censura frente a las tendencias modernas de las ciencias sociales, construyendo un endogenísmo ideológico ciego y de mala calidad, que le hace cada vez más difícil la competitividad laboral a sus egresados, frente a los profesionales del sistema de educación superior privado.

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